Una jubilación (muy) anticipada
Ahora que termina la semana estaba recordando esta noticia que leía al comienzo de la misma. Y es que a veces hay que dejar unos días para comprobar que el contenido de algo te ha hecho mella, como fue el caso. Quedé muy sorprendida con el caso de esta abogada brillante que ha cumplido su objetivo de retirarse de la vida laboral a los 45 años. Todo parece premeditado además, desde la edad tope para realizarlo como las recompensas que esperaban en la meta, en este caso un viaje a Nepal para dividir las dos etapas. Os animo a leer el artículo completo.
Yo estoy, desde luego, entre quienes se decantan por felicitarla por haberlo conseguido, a diferencia de algunos comentarios que seguían al escrito donde se cuestionaba su sensatez, se recriminaba su poca delicadeza por contárnoslo dadas las circunstancias económicas, se le tachaba de lo «guay» y de lo extravagante de sus actos, etc. ¿Extravagante? En fin, la envidia no conoce límites. Y menos en internet, donde uno se esconde tras un nick y usa su libertad para escribir sobre sus frustraciones…
Pero pasemos a la moraleja de todo esto. Y es que puede que todas, aunque no podamos permitirnos hacer lo mismo, sí podemos tener claras en la cabeza nuestras prioridades.
Antes de seguir, ¿os habéis fijado en la postura y gesto tan relajados que muestra la protagonista en la foto? Yo creo que decontracté sería la palabra escogida en francés para describirla. Sí, es un gesto calmado, relajado, tranquilo y, en el terreno muscular, descontraído. Pues así es como me parece que se ha quedado Ariadna tras sus años de duro trabajo.
Y vosotras, ¿os habéis planteado alguna vez alcanzar un objetivo y vivir la vida con lo necesario económicamente? ¿Nos da pánico la simple idea de dejar de trabajar, y más si es de manera voluntaria? Cada una sabrá cuál es su umbral de lo necesario económicamente, claro está, pero, una vez que se alcanzan ciertos hitos puestos años atrás (y a veces, impensables de conseguir, como terminar de pagar la hipoteca o tener un patrimonio x), si no nos paramos a reflexionar, podríamos seguir poniéndonos nuevos objetivos y más altos, muchas veces sin saber por qué ni para qué. Y así se nos pasa la vida: preocupados, agobiados y… contracturados.
Que paséis un buen domingo. Yo a ver si recupero la receta de Myolastán ;)
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