La rentrée y sus consecuencias emocionales

Si eres de esas personas que se sorprende a sí misma mirando aturdida por la ventana de la oficina o viajando en el transporte público con la expresión un tanto alicaída, ¡ánimo!, no estás sola, muchos estamos también sufriendo del llamado síndrome post-vacacional.

Pero, ¿perdona?, ¿me dices que sufro de qué? Vale, que no cunda el pánico, que la también conocida como depresión post vacacional no es otra cosa que la ansiedad o presión emocional que afrontamos al tener que readaptarnos a las tareas laborales después de un período de descanso. Ahora ya suena más familiar, ¿a que sí? Así que no hablamos de la depresión médica – por supuesto que si necesitas tratamiento para la depresión deberías ponerte en contacto con un especialista médico- pero en el caso de hoy vamos a hablar de algo que no llega a consecuencia mayores y que afecta a una gran parte de la población adulta en edad laboral. Y si no te pasa a ti, al menos servirá para comprender y ayudar a alguien cercano que lo esté pasando.

Y es que a muchos nos está costando coger de nuevo el ritmo del despertador y volver a enfrentarnos a los desafíos del día a día, así que, ¿qué podemos hacer para luchar con esa vagancia o letanía y a la vez recuperar la energía y entusiasmo perdidos?

Para empezar, aunque parezca una cosa muy obvia, podríamos dejar de abrumarnos con la idea de abordar todas las tareas pendientes de inmediato. No es ni lógico ni razonable querer reincorporarse el primer día o primera semana y querer recuperar el tiempo perdido de golpe. Mucho mejor será ir estableciendo poco a poco pequeños objetivos y prioridades que faciliten la transición. Hay profesionales que recomiendan poner las tareas por escrito e irlas marcando como hechas, por la satisfacción y descarga mental que generan. No es fácil, pero intenta comenzar esta etapa como si fuera un lienzo en blanco y no recordando experiencias estresantes del pasado vividas en el trabajo.

Algo básico también es procurar encontrar proyectos fuera del marco profesional que te apasionen. No es cuestión de apuntarte a clases de idiomas para rellenar la agenda si esto te va a agobiar más. En mi caso, las clases de pilates son un cuidado que me regalo dos veces por semana y que considero eso, un premio a darme tras el resto de las obligaciones. Siempre que se pueda, mete el deporte en tu vida, pues generarás hormonas amigas que precisamente lucharán contra el cortisol.

Sobre el sueño -oh, cuán importante es el sueño- intenta irte con pensamientos positivos a dormir, y si es pronto, mejor que mejor. No debe ser muy animador para nuestro pobre cuerpo pasar de dormir las 9 horas a veces habituales en las vacaciones a las 7 y pico con las que le castigamos ahora, ¿no crees?

Y si todo esto tan orgánico se te queda corto, siempre puedes empezar a planear tu próxima escapada. No hay nada mejor que tener una fecha marcada en el calendario para que nos ilusionemos de nuevo ;)

 

 

 

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