La elegancia, Parte I: uso y abuso del término

Hace poco viví una experiencia que me hizo pensar sobre esta palabra, tantas veces empleada pero a la vez tan ignota: la elegancia. Elegante es una palabra… elegante. Queda tan bien pronunciarla que ya casi la usamos porque nos resulta eso mismo, elegante, o agradable, o fácil y a la vez recurrente, quién sabe. Pero volvamos a mi revelación que ha propiciado este post tan centrado en lo semántico. Fue durante un evento reciente donde el grueso de invitadas iban arregladas cual, ejem, arbolito de navidad. Creo sinceramente que una parte demasiado elevada de la población lleva en su interior a un pequeño pero mal enfocado influencer que le dice que tiene que enfundarse en lo que lleva el 90% de la población, como si eso fuese tener estilo.

Bueno -que me desvío- el caso es que la palabra más utilizada durante aquella velada, el hashtag por excelencia en todos los saludos de rigor era- no hace falta que lo penséis mucho porque ya os lo he dicho- ese, elegante: Ay qué elegante has venido, oh qué elegancia por favor, y así en aumento según se exageraban los peinados, subían los centímetros de tacón o el brillibrilli acaparaba el protagonismo.

Y ahí estoy yo, con mi diccionario interno cuál apéndice, lamentando el exceso de elegancias regaladas en una y otra dirección. Y es que, a pesar de tener una lengua tan rica y compleja, llena de adjetivos, sinónimos y antónimos, nos hemos limitado a llamar elegante a toda aquella persona que se arregla de manera diferente a lo que acostumbra. Ya sabemos que la cultura popular y el protocolo social pesan ya más que cualquier significado en el diccionario, pero me resulta tan triste pensar que la moda y estética se resuma en una sóla palabra que sería como calificar a toda la comida de rica, a todas los cuadros de bonitos o a todas las películas de entretenidas. Y no es así, ¿verdad?

Para encontrar el significado de elegancia podemos acudir a quien fue, a vista del criterio general, símbolo de la elegancia del siglo XX, Coco Chanel. Aquella mademoiselle que todo hombre y mujer identifica como la descripción viviente del término, nos veraneaba en Deauville con outfits tal que éste.

In your face, con camiseta marinera, pero además, marinera de verdad.

Por si la foto no fuese suficiente, vayamos a la Wikipedia a ver qué nos dice del término: «La elegancia es el atributo de ser excepcionalmente bello y sencillo. Se utiliza con frecuencia como un estándar de buen gusto, sobre todo en las áreas de la moda y la decoración.«

Vista la descripción, y una vez que tenemos la bendición de Gabrielle, ya podemos empezar a buscar ejemplos de elegancia real, y dejar de lado lo que en realidad sería por ejemplo sofisticado, cuya connotación puede ser tan positiva como otra cualquiera.

En un próximo post, ejemplos de cosas que nunca llevaría una mujer elegante, a modo de ejercicio práctico.

¿Qué opináis? Podéis expresaros elegantemente en los comentarios ;)

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