Perfumes Divine (o a qué huele lo divino)
Hoy os quiero enseñar un regalo que me han hecho, y lo quiero hacer por ser uno de los mejores regalos que he podido recibir últimamente. Este frasquito que véis en la foto contiene unos cuántos mililitros de Divine, un aroma que hace flotar, ascender a las nubes por donde pasan los aviones, saludar a los viajeros que miran por la ventanilla y volver a bajar a la tierra. ¿Exagero? Puede que un poco, vale, pero os aseguro que no os hablo de uno más de los muchos perfumes a los que nos tienen acostumbrados las marcas que los comercializan habitualmente.
Os cuento un poco la historia de mi descubrimiento. Fue paseando por St. Malo, ciudad de la Bretaña francesa, donde encontré una de sus perfumerías. Era verano y me encontraba de vacaciones, probé el olor del probador, sentí lo que he descrito en el anterior párrafo pero descarté la compra del frasco pensando que las circunstancias ideales que me rodeaban -la tienda elegante, el lugar tan bello donde se encontraba, el hecho de estar de vacaciones- eran parte de los factores que me hacían valorarlo. Craso error. Estos cinco años posteriores he estado recordando el aroma como uno de los más especiales de mi vida.
Afortunadamente, estamos en la era de Internet y alguien que me quiere mucho ha tomado nota de mis comentarios para hacerme un poco más feliz. El paquete en el que venía, de un blanco absoluto, se acompañaba de una tarjeta manuscrita agradeciendo la adquisición y dándote la bienvenida a su mundo de maravillas perfumadas.
Si tenéis la oportunidad de probar alguna de sus fragancias en las ciudades donde están (Paris, Dinard, Saint Malo, Caen, Toulouse, Nantes, Lyon, Londres, Berlin, Zurich, Roma, Moscú y Los Angeles, sorry!! no en España) comprenderéis de qué os hablo. Y entenderéis también por qué Francia tiene la fama de hacer buenos perfumes, pues no es ningún tópico.
Y por supuesto, que sepáis que este post no está patrocinado, es un simple acto de altruismo :)
La web de Divine.
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