Cocinando con Querida Carmen

Voy a hablaros de mi último descubrimiento de cocina. Tranquilidad, éste no es un post patrocinado ni nada por el estilo. Es simplemente una opción buenísima para esos días que quieres cocinarte algo tú mismo, no quieres invertir mucho tiempo y encima pretendes que te quede rico o, al menos, medianamente masticable. En estos casos tan exigentes, tan Kinder, o eres un reputado chef que sabe hacer maravillas con las sobras del frigorífico o necesitas algún truco que te saque adelante. Otra situación: recibes gente en casa de esa que valora que les hagas algo tú mismo, que, aunque nunca te lo dirán, sabes que les parece una ofensa pedir comida a domicilio para convidarles. En esos casos, la abuela del anuncio de la fabada sabía cómo colársela a los suyos. Bien, tú tienes también tus artimañas.

El truco se llama Querida Carmen, una casa que se dedica a hacernos la vida más fácil con preparados de arroz envueltos en unas latas de lo más molonas.

En mi caso, que compro mucho por vista, me aventuré a comprar el risotto de setas precisamente por el envoltorio, tan bonito y retro que parecía sacado de una campaña de Don Draper, el de Mad Men. Y es que, estuviese aquello bueno o no bueno, la lata, una vez vacía, decoraría desde algún estante mi cocina, que por aquel entonces se encontraba vacía y gris.

Además, en su día ya habló de sus bondades Mikel Iturriaga, el Comidista, hombre con criterio donde los haya, así que sólo quedaba destapar aquel bote y descubrir su interior.

Como diría el Comidista, nivel de dificultad del risotto de setas: para cerebros del tamaño de un hongo. Sigue la infografía, o tu sentido común, y en 20 minutos tendrás un plato para 2-4 personas de lo más aparentoso.

Quedar de cocinillas sin serlo nunca fue tan fácil.

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